Un buen día bajaba por el ascensor, me encontré con Izaskun, que trabaja en la Residencia de Hortaleza y me preguntó: “¿quieres volar?”. Creí que lo decía en broma.
Tenía un papel que había traído Juan Antonio, un chico del Centro de Rehabilitación Psicosocial y empecé a leerlo. Era de una página web, explicaba cómo inscribirse para hacer viajes con vuelo sin motor para discapacitados, solo se necesitaba el carnet de discapacitado y el DNI, pagar 40 euros y podía volar 4 viajes.
Yo no me lo pensé dos veces y decidí apuntarme. Luego me enteré que Edu, un chico del Centro de Rehabilitación Laboral también quería volar así que decidimos hacerlo juntos.
Juan Antonio se ofreció a llevarnos en el coche, mientras que Edu y yo fuimos juntos a pagar los vuelos a la Caixa.
Quedamos todos en que iríamos un sábado. Llegó el día. Salimos a las 9h y llegamos los tres a Ocaña (Toledo), entregamos los papeles y nos fuimos al aeródromo. Nos presentaron a Jose Luis, el instructor de vuelo, quien nos estuvo explicando todo lo relacionado con el avión.
El primero en montar fui yo, entre los tres me colocaron y me pusieron el paracaídas y después se montó Jose Luis. Cerraron la cabina.
Jose Luis estuvo explicándome los instrumentos del tablero: a la derecha estaba el altímetro, en el medio el indicador de velocidad y la brújula, a la izquierda el indicador de velocidad de subida y bajada del avión en metros por segundo.
El avión estaba unido con un cable a una avioneta, ésta se puso en marcha. Luego se sintió un pequeño tirón y el velero comenzó a ganar altura. Cuando llegó a 800 metros de altitud Jose Luis soltó el cable. Excepto en el despegue y el aterrizaje, yo llevaba los mandos.
Estuvimos planeando y perdiendo altura durante 20 minutos hasta que llegó el momento de aterrizar. Jose Luis tomó los mandos y el avión se paró.
Había visto un paisaje muy bonito a 800metros, contrastaba con el paisaje de tierra. Sentí una gran relajación y una gran libertad.
Le tocó el turno a Edu y cuando terminó nos fuimos a comer a un restaurante que había allí. Regresamos a casita con una sensación de bienestar, estábamos todos muy contentos y animados. Nunca creí que siendo discapacitado físico y psíquico algún día podría hacer vuelo sin motor.
¡Os animo a que tengáis experiencias como estas, os va a encantar!.
Doy mi agradecimiento a la Fundación Vodafone que ha hecho que discapacitados como yo puedan tener esta experiencia.
Gracias por compartir tu experiencia Pablo. Y gracias por animar a tus compañeros a participar en actividades diferentes, novedosas y emocionantes.
Volar y dejar volar nuestra imaginación. La discapacidad no tiene por qué ser un impedimento para vivir momentos inolvidables, que supongan un reto y que a buen seguro, serán muy gratificantes. Se trata de atreverse, perder miedos. Y tú, lo has hecho con creces, enhorabuena.
Me encantaría que me pasarais el contacto de la entidad que os ha facilitado tan increíble experiencia.
Pablo y Edu, enhorabuena!!!. Yo, de haberlo sabido, hubiera ido también 😉 Siempre me ha dado un poco de miedo las alturas la verdad, pero ese miedito que a la vez te atrae.. así que espero probarlo alguna vez. Besos
Gracias por compartir tu experiencia Pablo. Y gracias por animar a tus compañeros a participar en actividades diferentes, novedosas y emocionantes.
Volar y dejar volar nuestra imaginación. La discapacidad no tiene por qué ser un impedimento para vivir momentos inolvidables, que supongan un reto y que a buen seguro, serán muy gratificantes. Se trata de atreverse, perder miedos. Y tú, lo has hecho con creces, enhorabuena.
Me encantaría que me pasarais el contacto de la entidad que os ha facilitado tan increíble experiencia.
Un abrazo.
Gracias Miguel por tus palabras. Te mando por correo electrónico toda la información. Un saludo.
Pablo.
Pablo y Edu, enhorabuena!!!. Yo, de haberlo sabido, hubiera ido también 😉 Siempre me ha dado un poco de miedo las alturas la verdad, pero ese miedito que a la vez te atrae.. así que espero probarlo alguna vez. Besos