Blog Fundación Manantial
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19/05/2016
Desde pequeña me ha encantado la magia. Recuerdo ir los domingos al Retiro con mi padre y ejercer de ayudante espontánea para uno de los magos que allí se ganaban la vida. Siempre me tocaba ser la “viudita alegre” y me ganaba a cambio unos ricos caramelos.
Hace unas semanas, gracias a un buen amigo, tuve la enorme suerte de volver a sentir de cerca esa magia. Lo mejor: compartir risas y sorpresa con mis hijos, las personas que viven en la Residencia «Hortaleza» y otros compañeros que también trajeron a sus pequeños. Fue una tarde realmente mágica, en la que se mezclaron con total normalidad y espontaneidad grandes y pequeños, sin tener en cuenta diagnósticos ni dificultades. Todos pudimos disfrutar del espectáculo del gran Mago Andy que, de forma desinteresada, nos regaló una tarde de risas, trucos fascinantes y nos evocó momentos felices. Algunos era la primera vez que veían un espectáculo de magia y, tanto pequeños como mayores, quedaron fascinados.
Sergio: “Me sentí fascinado al ver la magia brillando en su estado más puro y agradable”.
Chelo: “Me sentí muy bien y muy contenta. Pasamos un rato feliz”.
Mª Jesús: “Me vino la alegría. Me sentí más feliz que un niño. Disfruté muchísimo, como nunca me había sentido de niña”.
Pablo: “Fue todo muy divertido, un rato muy agradable. Los juegos de magia que más me impresionaron fueron los de las monedas y el de la carta firmada. Uno de los trucos lo descubrí. Me gustaría que volviese el mago Andy”.
Mario: “Me pareció muy buena actuación, entretenida y divertida. Me sentí muy feliz de verle y compartir la tarde con vuestros hijos. Me pareció genial y quiero que se repita. Es un gran mago”.
Prudencio: “El mérito es que lo imposible se hiciera posible. Es alucinante juntar una cuerda rota, por ejemplo. Me gustó mucho que vinieran las familias”.
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