Blog Fundación Manantial
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08/10/2015
Cuando cedemos a la pereza de forma habitual, entramos en una curva de fatiga crónica que hace que cualquier movimiento corporal o intelectual se presente como un esfuerzo inabordable; llegamos a crear exponencialmente una gran distancia entre lo que realmente podemos hacer y lo que estamos dispuestos a entregar para hacerlo. Para superar retos y alcanzar objetivos es necesario tener una cultura interiorizada del esfuerzo, donde la tendencia sea mantener y subir el listón de nuestra propia exigencia. No se trata de negar que hacer las cosas cuesta, se trata de considerar como algo natural la entrega cotidiana de ese coste, sabiendo identificar situaciones en las que es necesario ir más allá de lo habitual y reconociendo nuestros recursos para dosificar, planificar, calcular,…Hacer el mejor uso de nuestra potencialidad.
Que los estados de apatía, de abatimiento, de cansancio, etc. estén plenamente justificados por nuestras circunstancias no quita que, si no actuamos, la legitimidad de nuestra dolencia nos lleve a una vía muerta. Trascender esta situación, con el inmenso esfuerzo que conlleva, aunque no sea exigible, es ineludible para seguir adelante rompiendo las ramificaciones de la “calcificación” que se entrelaza alrededor del dolor y que va acortando nuestra movilidad hasta paralizarnos.
Cuando desde el Centro de Rehabilitación Laboral “Hortaleza” planteamos la posibilidad de dedicar un tiempo en el recurso a sesiones de ejercicio físico, lo hacemos impulsados por la necesidad de desarrollar una actividad significativa para una persona del Centro que hacía las veces de monitor de otros compañeros dispuestos a entrenar un día a la semana. Este punto de partida nos daba la “justificación” de hacer algo así en un recurso de empleo, donde este tipo de facetas parece que tiene que ser cubierto fuera por cuenta de cada uno, lo cual podría ser cierto en teoría, pero en la práctica nos encontramos que hay una necesidad de romper la tendencia que describíamos al principio y que, en muchos casos es muy recomendable prestar un apoyo desde dentro, intentando despertar en la persona una ambición por mejorar y reencontrar ese nivel de esfuerzo natural. Decía, que los comienzos de esta iniciativa se basan en un objetivo personalizado pero, agotado éste, comprobamos que el objetivo colateral de beneficio para el resto del grupo se convierte en una demanda colectiva con lo que de manera espontánea hemos cubierto un objetivo implícito: que la gente que participa considere que le viene bien y quiera estar mejor a través de esta práctica.
El “Grupo de Deporte” se consolida como una actividad transversal de los miércoles de 12 a 13:30, tiene la dinámica propia de cualquier grupo de personas que se ponen de acuerdo para salir a hacer ejercicio bajo la dirección de un monitor que establece rutinas. La peculiaridad de este grupo, que probablemente se pueda ver en otros muchos, es que se van marcando ejercicios y se van corrigiendo posturas y gestos cargando más la responsabilidad y el compromiso en la persona que se ejercita que en el monitor que dirige. Aprovechamos este contexto para reforzar el sentido de autonomía y de personalización de lo que está haciendo cada uno, para que no se convierta en otra actividad en la que la guía de un monitor acabe cristalizando como indispensable. La búsqueda individual del beneficio del ejercicio, la capacidad de la persona para ir regulando la intensidad de los movimientos, la corrección de apoyos, gestos y ángulos por uno mismo en un ambiente no competitivo donde se conjuga el hacer para mejorar y el estar alerta a lo que pueda ser contraproducente, va encaminado a que cada uno progrese en un nivel de conciencia corporal que le ayude a administrar su propia condición física.
Cada ejercicio, cada estiramiento, los calentamientos, los juegos de equipo, tienen aparejado un mensaje de superación, compromiso con uno mismo, responsabilidad, autocuidado, dosificación. Propios del concepto de rehabilitación que hemos ido conformando, añadiendo otros valores de solidaridad, amabilidad, cooperación, válidos en su esencia para el ejercicio de lo laboral y de cualquier área de la vida con una aspiración de calidad. Entrenamos con un sentido: recuperar reflejos, desoxidar, activar nuestra capacidad de respuesta física ante cualquier necesidad que pueda surgir. La conciencia de que podemos contar con nuestra propia energía física como un aliado para afrontar retos y que no suponga una carga más que arrastrar. Para este fin utilizamos la disciplina dentro de un clima agradable, la competición amistosa en los partidos, la búsqueda progresiva de los límites propios desde el equilibrio entre lo que me beneficia y lo que es inocuo o dañino. En definitiva: entrenamos.
Ricardo de Arce Borda, Jefe de Taller del Centro de Rehabilitación Laboral «Hortaleza»
Buenos días Ricardo, me parece una propuesta fantástica. El deporte es algo increíble, no solo te permite superarte, sino retarte constantemente. Te recompensa de forma casi inmediata si le dedicas tiempo y te pone a prueba con igual rapidez para alcanzar la siguiente meta.
Además si se comparte con otros aparecen nuevos valores como la solidaridad, la empatía, el disfrute, etc…
En mi opinión todo el mundo debería hacer algún tipo de deporte.
En definitiva, enhorabuena por esta actividad y muy bien explicada.
Ojalá que se siga contagiando este virus deportivo.
Gracias por compartirla.
Enhorabuena por este grupo, dentro de la rehabilitación laboral ya es bastante conseguir.
Espero nos podáis seguir contando mucho tiempo aspectos de este planteamiento y cómo se relaciona con emplearse y mantener el empleo, desde la conciencia de la capacidad física, pareciera casi imprescindible implementarlo en todos los crl.s
Saludo admirado
Kike mt. crlgetafe
Que buena noticia
Estas acciones son un bálsamo regenerador para el spiritu! Energia positiva! Deporte y salud unidas en una sola acción.