Blog Fundación Manantial
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13/07/2017
El campo de la salud mental requiere hoy de nuevas consideraciones; ideas y proyectos que profundicen en el ámbito de las intervenciones comunitarias participativas y en una perspectiva que considere a la persona en tanto eje central de su proceso de recuperación. Por lo tanto, el hecho de afrontar la situación actual implica un trabajo que, partiendo de la utilidad y legitimidad de la lógica de servicios sanitarios tales como centros de día, hospitales de día y centros de inserción laboral, intente ir más allá en el desarrollo de nuevas estrategias flexibles que nos permitan abordar esas situaciones otras que se configuran constantemente en el ámbito de la salud mental.
Las fórmulas y paradigmas actuales han de volver a pensarse en aras de desarrollar otras capacidades, dispositivos y herramientas. Es necesario articular desde la reflexión y la práctica el desarrollo de tecnologías de alguna manera lo suficientemente plásticas, elásticas, como para satisfacer las necesidades específicas de las personas en este terreno. Partimos de la idea de repensar la intervención como proceso continuo, como una instancia dinámica que precisa de una constante revisión crítica para no correr el riesgo de anquilosarse.
Con esta idea, organizamos este espacio formativo centrándonos en el concepto de salud mental colectiva, porque a nuestro entender, coloca el énfasis en la necesidad de que toda práctica en salud ha de ser el resultado de una labor conjunta, complementaria y de articulación horizontal entre distintos saberes y experiencias subjetivas, incluyendo de manera activa, el conocimiento profano de las mismas personas afectadas de problemas de salud mental.
Sobre la naturaleza del Posgrado
El Posgrado está pensado como un laboratorio extendido, cada edición se modifica y está «viva» en su singularidad y en lo colectivo que la conforma. Estructuralmente hay cuatro «regiones» que se articulan en un solo territorio:
A) Una ligada a las diferentes aproximaciones teóricas, a los aportes de distintas disciplinas al campo de la salud y de la salud mental. En cierta manera, la idea aquí es des-hacer pausadamente la rigidez de algunos constructos que en ocasiones las disciplinas articulan a la hora de abordar su objeto de análisis. Hablamos de abonar la necesidad de una porosidad, una cierta permeabilidad entendida como elemento fundamental de la interdisciplinariedad. El objetivo siempre es entendernos en la necesidad de construir diálogos, nuevos campos epistemológicos que puedan permitirnos un acceso más atento a la complejidad del tema.
La salud y la aflicción son ajenos en cierta medida al constructo que las disciplinas hacen y hacemos de ellas. Esto no quiere decir cuestionar la legitimidad de las disciplinas o su pertinencia, sino entenderlas en su necesidad de «encuentro» y «ensamble» entre sí. Aquí entrarían también aquellos saberes (a-disciplinados) que derivan de las experiencias existenciales vividas por personas o grupos en el ámbito de la salud mental.
B) Por otro lado pensamos en una zona del posgrado dedicada a construir espacios de reflexión alrededor de cómo la teoría y lo que surge en términos de «pensamiento», puede operacionalizarse en las prácticas. Lo que ello genera a nivel emocional en los alumnos/as a la hora de llevar la teoría a la práctica, a la hora de “metabolizar” y activar el conocimiento. Esto solemos definirlo desde la importancia de «pensar las prácticas».
C) Al mismo tiempo, proponemos un apartado para pensar y activar el cuerpo como eje del aprendizaje y de la conformación de grupo dentro mismo del Posgrado. Todo aprendizaje es también corporal. Sensorial. Vibrátil. De movimiento y roce. Esto se relaciona con sesiones de Teatro del Oprimido, Artes y Vulnerabilidad, etc. cuyo objetivo es despertar y autorizarse en la necesidad de una dimensión creativa en todo proceso de abordaje de la salud.
D) Por último, pero no por ello menos importante, pensamos en la importancia de relacionar la formación con los Movimientos Sociales y Experiencias en primera persona el campo de la salud que puedan ejercer de referencia, como otras maneras de actuar y construir salud, incluso más allá de lo propuesto desde las instituciones sanitarias.
Para nosotros, la Salud Mental Colectiva implica sobre todo un cierto tipo de posicionamiento epistemológico a partir del cual materializar el abordaje de la salud. Un posicionamiento que se reivindica en el pluralismo y la complementariedad de saberes y conocimientos articulada desde una horizontalidad clara y necesaria. Es un marco de referencia, un estado de alerta, una invitación al ejercicio hermenéutico como elemento inexorablemente ligado a la práctica cotidiana. Partimos de la idea de que la enfermedad no es sólo el cuerpo evidenciando un síntoma. La salud, como la enfermedad, no sucede en un cuerpo sino en la vida.
A partir de octubre se desarrollará en Madrid la primera edición del Posgrado de Salud Mental Colectiva, a partir de la colaboración de la Universidad Rovira i Virgili y Fundación Manantial.
Más información e inscripciones
Martín Correa-Urquiza, co-coordinador académico del Posgrado de Salud Mental Colectiva de la Universidad Rovira i Virgili.
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