Blog Fundación Manantial
Blog Fundación Manantial
05/11/2020
Relato breve de Francisco Javier Delgado.
Otro día.
La gente asustada, o no… La gente despreocupada, o no… Y yo… Lejos de todo ese murmullo, de todo ese ruido de fondo. Un año extraño sin duda. Vuelvo y el mundo está convulsionado… Camino hacia el alba, nunca pensé que el camino fuera así de duro, de bello, de extraño… Lo cierto es que ha sido el que ha sido, lo cierto es que lo estoy logrando. Vuelvo por fin a casa. Mi mundo es otro, veinticinco años han pasado ya desde que partí, desde que dejé este mundo. No sabía que justo al lado, en una dimensión paralela, existía otra realidad. La misma gente que me quería, podía no hacerlo, podía criticarme, juzgarme y si hubieran podido… Quién sabe… Por todo ello… Camino, siempre camino sin saber muy bien hacia donde, por puro placer, como intentando llegar, como intentando regresar al que un día fue mi hogar. No sé si lo conseguiré, pero camino, no queda otra.
Y llegó la hora de partir… Me enamoré, como solo los puros de corazón, los justos, los autistas pueden hacerlo. Sin maldad, sin segundas intenciones, me tiré con todo… No salió como yo esperaba, para nada… A los meses me estaba medicando tres veces al día, sin contar con la inyección que me ponían… Pero el esfuerzo dio sus frutos, aferrarme a la vida para evitar el sufrimiento de mis padres al ver mi cuerpo sin vida, dio sus frutos… Un día empecé a no sentir dolor por estar vivo, sentí el calor reconfortante de una manta en invierno, sentí… de nuevo sentí… Y tanto sentí que pensé que estaba curado, que no necesitaba ya el soporte de la medicación. La dejé, y partí a mundos que ni siquiera sabía que existían, pero ahí estaban, al otro lado.
Al otro lado del espejo… Quizá tenga que ver. Un viaje de diez mil kilómetros comienza con un paso dicen… El ojo de la aguja. No sé ni como lo soporté, pero después de la grave depresión, de la negra noche, de sumergirme en las aguas bautismales de la más cristalina de las tristezas, después de todo eso, me desperté en otro mundo, atado a una cama eso sí… No guardo rencor, es perfectamente comprensible, además, era un Dios, lo de estar atado era lo de menos, cosas que solo le pueden pasar a los héroes que parten en busca de quién sabe qué… Lo cierto es que al poco tiempo ya estaba libre de mis ataduras, en otro mundo, en la misteriosa quinta planta, la más cercana al cielo, la más separada del suelo, no deja de ser poético.
Y poco a poco, fui aterrizando, volviendo al mundo. Aunque algo había cambiado… Mi particular encantamiento había cambiado mi manera de percibir. Estaba allí, pero el mundo no era el mismo. No lo sentía igual, a decir verdad, no sentía nada más allá de una extraña y pobre alegría, no tenía nada que ver con la alegría de antes… Lejos, muy muy lejos del mundo… Un muro invisible de vacío me separaba del resto. Al principio estaba contento, había vencido a la depresión, a la locura, además con el paso del tiempo, me di cuenta de que era como un recién nacido, era como un niño grande en un mundo nuevo y extraño, pero con la seguridad que da la ignorancia. Había vencido, sin embargo, el mundo al que volví no era aquel del que partí… Y no sabía si algún día volvería a él o no, solo quedaba caminar, y dejar que el camino se mostrara ante mi… Nada sabia de lo que me esperaba, pero después de renegar de dios y de todo lo sagrado que me había abandonado en aquella prueba de pruebas, después de todo eso, descubrí que tenía Fe, no en nada ajeno al mundo, no en nada creado por el hombre para controlar al hombre. Tenía Fe, no sé cómo describir lo que es la Fe, pero ya se encargaría ella de mostrarme el camino de vuelta a casa. No sabía nada de lo que me esperaba, pero tenía que resistir, la más dura de las pruebas había pasado, y aquí estaba, lejos, pero vivo.
Y así fui creciendo, como un grano de mostaza, que de ser prácticamente nada, llega a convertirse en una vigorosa e imponente planta… Como el rio que fluye, que, de un breve reguero, pasa a convertirse después de un largo camino, en mar… Aunque, a decir verdad, el proceso fue bastante duro. Al principio no tanto, cuando no eres nada, nadie se fija en ti, luego todo cambió.
La primavera, la inocencia, un niño recién nacido al mundo, así era, y allí la conocí, en ese extraño y fantástico mundo. Fantasía, Oz, el mismo País de las Maravillas… de tantas maneras lo han llamado ya… Un mundo dentro de este al que se accede a través de una puerta misteriosa, la puerta sin puerta, un mundo dentro de este, pero a la vez ajeno al mismo. Lo cierto es que allí la encontré a ella, en mitad del desierto… Todavía recuerdo la primera vez que la vi a la tenue luz de una lámpara de mesa… La habitación oliendo a incienso, y en su mano la letra de una canción… Era tímida, o eso parecía, pero cuando cantaba lo hacía como un ángel… Quizá lo fuera, nunca se sabe con estas cosas… Después de romper el hielo, hablar para que ella no tuviera que hacerlo, la acompañé al autobús, y desde la parada, a su casa… Enseguida conectamos, no era tímida, ni hablaba poco. Nos reímos sin parar, le gustaba la música clásica y también … “Camela”, jajaja, algo que me desconcertaba, y sin que duda, me hacía reír. No nos juzgábamos, no nos escondíamos, hablábamos durante horas y horas, y cuando por fin nos callábamos, me decía: “Bueno, si tu no hablas hablo yo… “, jajaja… Cuanto echo en falta su compañía…
Y así, un paseo llevó a otro, una conversación a otra… Era mi amiga del alma, la conexión era lo más pleno que había sentido con alguien en mi vida … No sé en qué momento, mi mano tomó su mano, o la suya la mía, ni sé en qué momento, una cosa pasó a ser otra, lo único que sé, es que fue un precioso y trascendente error…
Nos queríamos, pero vivíamos en mundo diferentes, un velo invisible nos separaba, y a este lado del espejo se siente y se piensa diferente… Síntomas negativos lo llaman… Mi cabeza un día estalló por dentro, no sabía si sanaría y así poder volver a sentir el mundo como el resto del mundo lo hacía, entretanto aparentaba ser como todos, pero no podía ni sentir, ni pensar, ni actuar como ellos… La cabeza rige cosas que ni sabemos que rige y eso se manifiesta en todo lo que haces o no puedes hacer.
Ella quería más, yo no estaba seguro de nada, solo de que la quería muchísimo, pero no estaba enamorado, o al menos eso creía… Anhedonia, imposibilidad de sentir placer… Si estaba o no enamorado, me era imposible saberlo, y no la quería engañar, lo único que sé, es que los sentimientos, no se deben de sentir en la cabeza, porque lo que me dolía muchísimo era el corazón.
Y sin entrar en demasiados detalles… la vida nos separó. Yo la quería, ella también me quería a mí, pero de distinta manera, no dejaba de ser un niño grande con el que se llevaba genial, ella para mí era la mujer de mi vida.
Es como si te arrancaran un trozo del alma, duele… duele muchísimo.
Demasiados golpes, demasiadas injusticias… Empecé a arder, esa era la sensación que tenía… Fuego…. Mi particular descenso a los infiernos. Me provocaban, me pinchaban, y ardía, no sabían que, si dejaba salir a la fiera de paseo, se podía montar una importante, así que me alejaba, me asilaba, buscaba la soledad con avidez pese a la soledad… pese a separarme de amigos, familia, personas a las que quería mucho… Los otros, conjuraban, mentían y manipulaban la verdad en mi ausencia… Interpretaban la realidad, la cortaban en trocitos hechos a su medida, se la ponían en la boca a las personas que quería y ellos la degustaban sin pensar en nada más… Se hacían con ellos, y ellos les creían… Entre tanto, yo ardía en silencio. Empecé a estar más y más susceptible, sus palabras me herían, y ellos se daban cuenta de ello. Echaban sal en las heridas abiertas cada vez que podían, y yo ardía. Si hubiera permanecido allí, hubieran conseguido lo que querían, sacarme de mis casillas y terminar de poner al mundo en mi contra. Una lucha sin cuartel, un combate invisible… Los veía y me veían… Mentían, manipulaban la verdad como si nada… Yo estaba enfermo, ellos eran enfermos… Psicópatas, auténticos príncipes de la mentira, y yo allí, en ese extraño inframundo, buscando volver a casa sin caer… En mi locura, pensaba que, si caía, que si explotaba y soltaba mi odio contra aquellos lobos con piel de cordero, lo conseguirían, me convertiría en uno de ellos… Y eso no lo iba a permitir… Mi particular bautismo de fuego, aguantar los golpes y seguir adelante… Entre tanto, mentían, manipulaban y ponían al mundo en mi contra, y lo que más me dolía, a mi mundo, a las personas que más quería, a mi familia y amigos… Ardía…
Y al final lo consiguieron, pero no lo consiguieron… Pusieron a mi entorno en mi contra, separaron a la gente que quería de mi… Pero me hicieron invulnerable, las heridas se cerraron, el fuego las cauterizó. Perdí a casi todos lo que alguna vez había amado, pero no lo consiguieron, además, ya no duele… Hablan, opinan sobre mentiras, juzgan al caído, que en este caso soy yo, pero ya no duele… Sencillamente, me han devuelto al mundo, y de paso, han separado el grano de la paja… Y aquí estoy… Volviendo a la vida que dejé en un año extraño. El que más y el que menos teniendo que empezar de cero, y yo contento de oler de nuevo la hierba mojada por el rocío de la mañana, de ver esos imponentes y coloridos atardeceres, de haber vuelto a la vida… Queda recorrido, claro, tengo ya casi cincuenta años, y empiezo de cero, que está tan mal, hay gente que empieza con saldo negativo, yo por lo que sea estoy contento, y lo más importante, tengo Fe.
Deja una respuesta