Nuestras I Jornadas técnicas: un ejemplo de salud profesional e institucional
«Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende».
El Mundo. Eduardo Galeano.
He estado en muchas guerras a la conquista de utópicos ideales sociales, lo he hecho siempre en entidades nacidas de la necesidad de acompañar a los más vulnerables en la lucha por sus derechos, entidades construidas sobre pilares sólidos que ni el tiempo ni el contexto social del momento han sido capaces de hacer tambalear. Los bajos salarios y condiciones de trabajo mejorables me acercaron al abismo en numerosas ocasiones, pero la riqueza que aporta el trabajo con otros seres humanos me mantuvo vivo.
Como decía, he estado en muchas guerras, pero nunca estuve en esta de la salud mental. Eso me ha permitido asomarme a estas jornadas con una mirada limpia, lejos del “para mal y para bien” de conocernos todxs.
Las jornadas técnicas son siempre un buen termómetro para medir el nivel de compromiso real de lxs profesionales con su trabajo. Las de Fundación Manantial han sido un buen ejemplo de ello, lejos de ser complacientes consigo mismas, nos han mostrado muchos caminos andados que no estuvieron exentos de autocrítica y que, una vez narrados, también han sido sometidos al escrutinio de los otros… Todo un ejemplo de salud profesional e institucional.
Fuegos grandes, chicos, serenos y locos, que nos dejaron abiertas un buen número de incógnitas para las que, de momento, no hay respuesta. Todo un ejercicio de valentía y un buen espejo donde mirarnos para cambiar y mejorar.
Fueron las experiencias de personas concretas las más sentidas y aplaudidas por la masa de profesionales (la maternidad incompleta, el libertario Santiago, la “caja verde”…). De alguna manera, lo personal, el vínculo con lo pequeño y precioso, es siempre lo que nos recuerda el sentido de nuestro trabajo (arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende).Gracias en especial a estos últimos por encendernos.
David Sánchez Ratés. TAIL Hortaleza
Fotografía: Imagen en Acción
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