Blog Fundación Manantial
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29/08/2016
La personalidad como catalizadora de la propia vida. Fotografía: Antonio Carralón
Dice Paul Auster en su trilogía de Nueva York que una vida no es más que la suma de hechos contingentes, una crónica de intersecciones casuales, de azares y sucesos fortuitos que no revelan nada más que su falta de propósito. También dice que en una vida suceden cambios y que sería un error no tenerlos en cuenta. Y que el hecho de que no sean esenciales no quiere decir que no cuenten. Estoy en todo de acuerdo, excepto en lo de la falta de propósito, porque en una vida hay propósitos, muchos.
Pero estas palabras me llevan también a pensar en la salud mental y en el eterno debate que corretea irresoluble entre los pasillos y despachos de los centros de rehabilitación, las consultas psiquiátricas y los servicios sociales. La cuestión es: ¿Cómo influye la personalidad de un individuo en su propia historia? ¿Y hasta qué punto lo hacen su pasado, sus experiencias y los contextos en los que ha vivido? A menudo en nuestras reuniones de equipo en el Centro de Rehabilitación Laboral donde trabajo salen a la luz historias personales cargadas de un dramatismo y un dolor tan potentes y terribles como para volver loco a un individuo. Entiendo por un lado que la defensa frente a acontecimientos que se escapan al propio entendimiento sea insostenible y por otro cómo es la personalidad y fuerza de los protagonistas de estas historias las que consiguen que se sobreponga a ellas.
De la mano de la psiquiatría más hegemónica, tradicional y biologicista aún existen interpretaciones y formas de pensar que siguen empecinadas en hablar, por encima de todo y casi exclusivamente, del diagnóstico, de la química y de ese trozo de cerebro que no funciona como debiera. Pero yo soy un tipo empírico. Humanístico y empírico. Y es mi experiencia la que me obliga a poner el foco en la historia personal de los afectados por algún problema de salud mental. En su propia personalidad. En su forma de ser. Porque un mismo acontecimiento no tiene por qué afectar de igual manera a dos personas diferentes. Porque aquí no hay fórmulas mágicas ni pastillas que curan a todos por igual. Es ese “Yo y mi circunstancia” de Ortega y Gasset el que se merece más atención. Cómo soy. Cómo y dónde me he criado. Qué experiencias positivas y negativas me han llevado hasta el momento y lugar en los que estoy. Qué han visto mis ojos. Cuánto ha sufrido mi corazón. Qué apoyos he tenido y cuántas veces me han fallado. Todo esto, toda esta información, es la que hay que escuchar si queremos ayudar a una persona. El tratamiento, la medicina, pueden ayudar -no seré yo quien lo niegue- pero una persona no es un conjunto de neurotransmisores que anular a través de drogas psiquiátricas para que “no se haga daño ni a sí mismo ni a otros”. Una persona tiene una forma de ser, una familia, una red social, unos logros y unos fracasos. Una persona tiene un pasado, un presente y un futuro. Y no darle la importancia que se merece es no utilizar todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance para ayudar.
Texto y fotografía de Antonio Carralón.
Conoce su página web www.antoniocarralon.com
Estoy totalmente de acuerdo Antonio. Lo más importante para tratar una enfermedad mental no son las pastillas, aunque cuenten, sino apoyar al paciente con cariño, demostrarle que no esta sólo. Yo también creo que para saber cómo se ha producido una enfermedad hay que tener en cuenta toda la vida del paciente, porque seguramente sus traumas pasados le han llevado a esa situación. Primero hay que curar el corazón.
La salud mental es un cúmulo de experiencias positivas y negativas. Yo soy un ejemplo de como una suna de historias negativas; cambio el rumbo de mi vida. Ahora estoy sumando acontecimientos positivos y dándole mimos a mi mente.
Hola, no es por ser pelota, pero tienes toda la razón.
En mi caso me ha marcado mi infancia y mi adolescencia supeditada a personas muy acaparadoras y absorbentes a las que sólo les valía lo que ellos me decían siendo lo que decían "la ley ".
Esto a influido mucho porque aunque he escrito verdaderos ladrillos sobre historia, y ya van unos cuantos, nunca les ha valido.
Cuando he trabajado, decían "eso es poco…", cuando estudiaba era "un mal estudiante ", después descubrí que no lo era porque mi media era de "notable ".
Eso ha hecho que no me quiera y ser una persona muy dependiente aunque tenga ya 45 tacos.
Lo que tenemos que hacer es valorarnos, querernos y estar orgullosos de nosotros mismos. Mi problema, es que no lo he conseguido porque con cada libro estoy esperando una aprobación, con cada trabajo busco ser valorado y eso me lleva a entrar en grandes depresiones por falta de una autoestima que nunca tuve y no sé si la tendré alguna vez…
En mi caso se me junta con grandes problemas físicos que hacen que vida se me vaya yendo como la arena cuando la coges con la mano abierta.
Doy las gracias a todo el mundo que me ayuda a diario en el CRL y aunque no se lo demuestre, a los profesionales como "Ant".
Un saludo Luis… (El plasta)
Mi enhorabuena por el artículo, y la forma de plasmar en esencia que es ese conjunto de factores lo que configuran el ser que somos.
Y que las herramientas propias sobre todo aquello que uno ha vivido realmente es lo que no se tiene en cuenta cuando se lían a hacer hipótesis con tu vida, en una consulta o en el vivir diario hasta los más cercanos a ti.
Y si tiran de química tienes razón, donde queda el individuo,seguir opinando llenaría estos renglones de obviedades,que tu has "retratado" con un fiel reflejo de la realidad .
Efren. Un superviviente
Ánimo no dejéis nunca de luchar y plantarle cara a lo que os aqueje. la vida empieza cuando salimos de la zona de confort y peleamos. Merece la pena vivir y la vida es maravillosa.
Estoy totalmente deacuerdo contigo Antonio, la enfermedad mental es algo más que un trastorno que un día te entra por que sí, todo tiene un porqué que no te lo curan las pastillas, hay que tratarlo de fondo, y algunos psiquiatras se empeñan en darte medicación para curarte sin tener en cuenta la realidad de tu pasado, tu presente y tu fururo. Hoy en día puedes cambiar de especialista si lo deseas, no nos conformemos con 16 pastillas al día y vamos a buscar un psiquiatra que verdaderamente le importemos como persona y no como un trastorno andante. Un saludo.
Muchas gracias por vuestros comentarios, chicos. Mirar hacia atrás es un útil ejercicio de visión de la vida con perspectiva. Y ya sabéis, tomar distancia, mirarse a uno desde la distancia es algo que ayuda mucho.
¡Animo y al toro!
Muchas gracias por tus sabias palabras, Antonio. Aprendiendo del pasado, viviendo el presente y construyendo un futuro. De acuedo en todo, salvo que el libro de Paul Auster me pareció un bodrio.
Hola de nuevo, la vida qué yo y mí familia vive, es así… (esta marcada por la locura). Gracias a todos por las palabras de animo y a Antonio… y a todos los que alzan sus voces, merecen qué se les escuché…, no confundamos las cosas, nosotros nos decimos de todo, lo bueno y lo malo y si no nos esforzamos y abrimos la mente y probamos lo qué valemos,¿ Que es lo hacemos en un día? y cuál es el propósito…alejarse y mirar que haces y trazar la siguiente pincelada….
AyudA a quienes no han desarrollado y cogido las herramientS necesarias en la infancia ayuda A aprender a caminar y menos Prozac Antoñito eeres un crak