Blog Fundación Manantial
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21/04/2015
«No aumentes mi dolor con tus propios prejuicios»
Creo que cualquier persona con algo de conocimiento acerca de esta cuestión, respondería sin dudarlo: Sí, funciona.
Pero yo no estoy tan seguro. Por un lado, estaría de acuerdo en que la manera de abordar el difícil tratamiento de las enfermedades mentales es ahora mejor que nunca, ya que contamos con fármacos más eficaces y también con el apoyo de todos los profesionales de salud mental, que están coordinados entre sí. Aparte, muchos de nosotros estamos respaldados por nuestras familias y nuestra red social.
Por el otro, diría que solo un pequeño porcentaje se recupera. Es verdad que este grupo de personas que trabaja y lleva una vida normalizada va aumentando. Pero, ¿qué pasa con el resto? ¿Qué pasa conmigo?
Creo que lo que acabo de preguntar es algo evidente, que es que las personas que llevamos muchos años con nuestras patologías y luchamos por nosotros mismos un día sí y otro también, no podemos hacer nada más. Es decir, el apoyo psicológico, psiquiátrico y farmacológico está cubierto, como también lo está ir todos los días a un centro de rehabilitación. Pero los resultados no son tan sencillos ni tan matemáticos.
En mi caso (y supongo que en el de muchos compañeros), todos estos apoyos no bastan. ¿Tal vez deberíamos asumir que el dolor es algo inherente al ser humano, tanto si se está enfermo como si no? Yo lo paso muy mal a veces porque veo que mi capacidad intelectual ha mermado y, hoy en día, me resulta imposible aprender cosas que antes asimilaba sin dificultad; otro compañero dice que la convivencia en su casa es horrible y que no aguanta a sus padres; un amigo sin diagnóstico ha decidido dejar su trabajo, que muchos ya querrían para sí, por las presiones. En fin, que cada uno tenemos nuestros problemas.
Otra pregunta (para mí la más importante) es: ¿sufrimos porque somos seres humanos o porque somos enfermos mentales? Creo que en bastantes casos, como el mío, “sumamos” las dos circunstancias. Para ser más claro: tenemos el dolor añadido que puede tener cualquier enfermo, tenga la enfermedad que tenga. El diabético lo pasa mal porque no puede comer dulces; el asmático debe ser cuidadoso con el ejercicio físico, conllevando que será más difícil para él tener un cuerpo musculado; yo lo paso mal porque vivo asustado, no sea que me roben mis cosas cuando voy al gimnasio. Es decir, cualquier enfermedad siempre o casi siempre va acompañada de dolor físico, psíquico, o ambos.
Y ya que el sufrimiento es inevitable y común a todos, me gustaría hacer un llamamiento apelando a la sensibilidad y empatía que muchas personas poseen: por favor, no aumentes mi dolor con tus propios prejuicios sobre las personas que padecemos trastornos mentales. Si lo haces, estás añadiendo un tercer sufrimiento a los dos que ya teníamos.
Álvaro Villalón Mateos
Hola Alberto. Yo tengo otra pregunta para tí: ¿Estás realmente enfermo? Mi opinión es que el sufrimiento mental es algo que no sólo se trata con fármacos. Es posible que si nadie tratase a la gente como tú, que tiene un sufrimiento, como un enfermo, el sufrimiento sería menor. Si la medicina que tomas no te hiciera perder las facultades que tenían antes, el sufrimiento sería menor. Y si la sociedad no fuera tan dura con aquellos que ve como diferentes, el sufrimiento sería menor. Por lo que dices, tienes varios apoyos para lidiar con ese sufrimiento. Esa es la respuesta. El cariño, el lenguaje con el que te hablen y el indagar en por qué tienes ese sufrimiento. Un abrazo y mucho ánimo.
Muchísimas gracias por tus reflexiones y tu apoyo, Antonio. Yo creo que tenemos que tener bien claro que lo más importante es intentar erradicar el estigma: el nuestro, el de la gente que no nos entiende porque no tiene información, el de los medios de comunicación… para mí, es un reto luchar día a día contra el estigma, sobre todo cuando me doy cuenta que, después de más de 20 años, sigo creyéndome a menudo que no soy válido. Pienso así, influenciado por todo lo que he asimilado sobre los problemas de salud mental desde que tengo uso de razón. Para mí, es muy duro enfrentarme a mis propios prejuicios, pero es un trabajo que me veo obligado a hacer si no quiero seguir sufriendo (una y otra vez aparece esta palabra) en el futuro tanto como sufro ahora. Un saludo.
Gracias Alvaro,personas como tu, que no callan su realidad, proporcionan el animo que necesitamos algunos, para no callar la nuestra.
Es otra óptica diferente y mas amplia de la que siempre había considerado.
Muchísima suerte, y animo. Espero seguir leyendo algo tuyo.