Blog Fundación Manantial
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23/03/2017
El miedo se nos presenta como emoción-respuesta a una situación que percibimos como peligrosa (ya sea esta real o supuesta) que puede darse en nuestro presente o futuro, e incluso, con menor frecuencia, ser parte de una referencia o recuerdo del pasado.
Esta emoción primaria se dispara como una alarma que nos hace estar alerta ante una amenaza o situación de riesgo para reaccionar con una posible defensa o huida de dicha amenaza. Esta amenaza no deja de ser una percepción del sujeto, por lo que, como habíamos dicho anteriormente, puede ser real o imaginaria.
El miedo es una emoción que compartimos con el resto de animales y que supone un mecanismo de supervivencia frente a las adversidades o peligros del entorno y que se puede resolver con una reacción adaptativa, una reacción defensiva o una reacción evitativa.
Por otra parte, si esta emoción es la respuesta a una amenaza real y se corresponde con intensidad proporcionada a dicha amenaza es lo que consideramos un miedo común o razonable. Se considera lógico que exista el miedo como una reacción aversiva a situaciones de peligro si este se da en el grado o intensidad adecuadas a las proporciones de la amenaza.
Cuando no hay proporción equitativa a la intensidad de la amenaza, ni relación del miedo con el peligro, o este no es real sino imaginario, se habla entonces de miedo neurótico. Este miedo neurótico es el considerado miedo irracional y puede provocar ataques de pánico, ansiedad o, en su máximo exponente, un terror desmesurado. Entendemos terror como la máxima expresión del miedo, llegando a ser incapacitante para la persona que lo sufre, que sentirá un nivel elevado de angustia, que apenas podrá gestionar o canalizar, produciéndose así un bloqueo patológico en el individuo.
¿Cómo gestionar la angustia que genera el miedo?
Tratando de evaluar la situación de peligro que nos ha ocasionado el miedo, observando si nuestra respuesta es o no desmesurada y/o proporcional a la realidad existente. Si la amenaza es grande, es lógico que sintamos una angustia elevada y nos cueste reaccionar, pero si la amenaza o peligro es mínimo y nuestra reacción es desmesurada, debemos, por nuestro bien, ser capaces de calmarnos por medio de técnicas como la respiración pausada, la relajación o un análisis más exhaustivo de la realidad para saber la gravedad real de la amenaza y cómo responder ante ella de una manera efectiva en lugar de bloquearnos o huir de dicha situación. Si todas estas técnicas u otras similares no ayudan a la reducción de la angustia provocada por el miedo, será necesario acudir a un profesional de la salud o a una persona de confianza que pueda tranquilizarnos y ayudarnos a reducir los efectos negativos del miedo.
¿Cómo afrontar y superar los miedos?
Lo más aconsejable es ponerse en manos de un especialista de la salud si es que estos miedos son miedos neuróticos o patológicos que nos impiden desenvolvernos en nuestra vida y nos incapacitan en nuestro día a día. Lo más recomendable para la superación de fobias, ataques de pánico, ansiedad u otras alteraciones de la salud mental, ocasionadas por la mala gestión de la angustia generada por el miedo, es la exposición gradual y controlada a las situaciones que percibimos como peligros y ante las cuales no reaccionamos de la manera adecuada, desarrollando conductas evitativas o poco adaptativas.
¿Se puede llegar a enfermar por miedo?
Sí, si no se reacciona a tiempo para detener las reacciones negativas o adversas desencadenadas ante un estímulo que consideramos como amenaza y estas se cronifican. Se desarrollan entonces una serie de síntomas asociados al miedo que conforman un diagnóstico clínico como pueden ser los trastornos por fobias, ansiedad derivada del miedo, ataques de pánico, etc. que si no se tratan adecuadamente pueden incapacitar al sujeto o impedir que lleve una vida plena y sin angustia. La terapia cognitivo-conductual suele ser la más frecuente en el tratamiento de estos trastornos por medio de técnicas como la de la inmersión o la de la exposición gradual y controlada, por ejemplo. Todas estas terapias tienen un gran ratio de efectividad y éxito si el paciente colabora y está dispuesto a afrontar esos miedos que le paralizan y le hacen sufrir con o sin motivo aparente o consciente. En ocasiones más graves, es necesario el tratamiento psiquiátrico-farmacológico que acompañe a la terapia psicológica para superar los trastornos crónicos derivados del miedo, siempre llevados a cabo por profesionales sanitarios.
No dejes que el miedo se instale en tu vida, ¡actúa!
El miedo: ese acompañante que nos paraliza. Si te detienes te gana, dejas de hacer, dejas de ser, dejas de vivir.
Afrontar y superar los miedos irracionales es necesario para una mejor salud mental y emocional y para llevar una vida plena sin impedimentos ni limitaciones, sin temores ni evitación de las situaciones que nos provocan miedo. Los secretos simplemente son evaluar, tomar consciencia, calmarse, afrontar y comprobar que no es tan fiero el miedo como lo pintan o como nos lo habíamos supuesto. Cuanto más comprobemos que nuestro miedo es desmedido e irracional e innecesario así como poco adaptativo, más cerca estaremos de superarlo.
Ánimo y a seguir adelante, que todo es posible sin prisa pero sin pausa.
Por Pedro A. Lara, blogger de afición e interesado en el crecimiento y desarrollo personal así como defensor de los derechos fundamentales de las personas.
Puedes leer más post de Pedro en su blog personal: http://siguiendoadelante.tumblr.com
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el miedo es un secreto oculto del ser humano, que al pasar de los días se convierte en esa arma letal para acabar con su vida por el temor de contarle o confiar el alguna persona que le pueda ayudar a salir de ese miedo del cual se siente obligado a vivir sin poder salir de su circulo del cual esta acabando con la vida de la persona