Blog Fundación Manantial
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16/10/2020
“El camino de un psicoanálisis desde la psicosis, un viaje para conquistar un lugar propio en el mundo a través de la palabra”
Ponencia de Silvia García Esteban en el Ateneo de Madrid, en una mesa redonda sobre psicosis y Psicoanálisis en la II Jornada de Salud Mental.
A través de este recorrido voy a tratar de poner voz y cuerpo a lo que puede suponer la experiencia de un análisis para una persona con una estructura psicótica, mi propia voz y mi propio cuerpo encarnarán esta experiencia que hoy quiero compartir con vosotros.
El encuentro con el Psicoanálisis no solamente ha supuesto una transformación en mi forma de estar en el mundo, otorgándome una vida más digna, sino que me ha protegido de la psiquiatrización y de todas aquellas prácticas que atentan contra los derechos humanos y que a día de hoy se siguen empleando en las unidades hospitalarias de nuestro país.
Me ha resguardado de ser aplastada por tratamientos farmacológicos que anularan mi voluntad y mi deseo, y me ha librado de pesadas etiquetas diagnósticas que cargar a mis espaldas.
Porque la psicosis para mí, y después de muchos años de análisis, no es un diagnóstico que me aplaste, no es ninguna enfermedad mental que me invalide, es una estructura psíquica con sus particularidades, no exenta de dificultad y de complejas vicisitudes, pero de ninguna manera es una condena.
El Psicoanálisis me ha permitido darle un sentido a mi historia y a mis síntomas, me ha dado un lugar para nacer al mundo como sujeto, me ha otorgado la posibilidad de encontrar un espacio donde habitar y me ha ayudado a inventar una solución singular y única para mi existencia.
El encuentro con mi psicoanalista transformó mi vida en un momento en el que yo deambulaba por la existencia como un fantasma, me sentía hueca por dentro, no tenía un yo definido sino más bien un cúmulo de pensamientos disgregados, donde no podía establecer demasiado bien quién era yo y quién era el otro.
La experiencia de un análisis me ha dado la voz y la palabra, he podido construir mi propio relato, he cosido heridas, he habitado vacíos inconmensurables, he inventado una nueva lengua con la que nombrarme y he podido construir a través de la palabra una identidad propia.
Encontrar en este mundo tan hostil en el que vivimos una escucha analítica donde poder desplegar mi subjetividad, sin ser juzgada, sin encontrar ningún amo en posesión de la verdad absoluta que me dijera lo que debía hacer, sin catalogarme dentro de ningún corsé diagnóstico limitante ha sido una gran fortuna.
He encontrado una compañera en quién apoyarme que siempre ha apostado por mi deseo, y eso es lo que, en definitiva, me ha permitido ser la persona valiente y llena de dignidad que soy hoy.
No voy a negar que ha sido un trabajo arduo y difícil, que ha supuesto un gran esfuerzo, tirar de pequeños hilos y anudarlos con paciencia para poder construir un colchón simbólico que me proteja, pero sin duda ha merecido la pena.
Lacan define la psicosis como “un desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida”. Me parece una gran definición que se acerca a ese desanudamiento y desorden que produce la psicosis, a ese vacío, a ese abismo, a ese exceso continúo al que por momentos estamos sometidos.
Vivir en este plano de la existencia me ha producido en ocasiones un dolor inmenso, me ha hecho agotarme hasta la extenuación y me ha llevado a la impotencia y a la desesperación no pocas veces.
Los síntomas psicóticos que ha producido este exceso del que hablo, como la angustia desbordante que no se puede explicar con palabras, los fenómenos delirantes o la autoagresión son experiencias difíciles de atravesar.
Mi recorrido analítico no me ha supuesto estar a salvo de todo esto, sino que me ha permitido comprender que todo tiene un sentido, que los síntomas están vinculados a las huellas de mi historia y a mi contexto social y que me hablan en un lenguaje que poco a poco voy descifrando.
He aprendido que estar recuperada de mi psicosis no es vivir sin síntomas, puesto que en mayor o menor medida no existe sujeto sin síntoma, sino que la recuperación es poder incorporarlos al discurso, poder construir un relato de ellos y entenderlos como respuestas ante momentos en que el exceso del que hablaba antes me lleva a lo insoportable.
Ahora todos estos fenómenos que antes me asustaban, me avisan de que algo no está yendo bien en otro plano, de alguna forma son mis aliados y así los tomo, pues como decía Freud hace ya muchos años el delirio no deja de ser un intento de curación.
Aceptar y entender mis síntomas desde este lugar, hace que se vuelvan pequeños, que se queden aislados en una pequeña esfera de mi ser y me permiten corregir lo que no anda bien para que se pueda volver a restaurar el equilibrio en mi vida.
También, y paralelamente a este trabajo, he ido inventando en mi análisis un camino que es un tratamiento simbólico a este exceso, una forma de anudamiento y de contrapunto en el que está cosido algo de mi singularidad, un invento propio que permite una compensación de este vacío.
Una solución que nombra algo de mi propio síntoma, me he convertido en mediadora de lectura con pacientes psiquiátricos, organizo clubs de lectura para personas que tienen problemas de salud mental, habiendo inventado una forma diferente de trabajar con ellos a través de la creación de espacios de libertad y de dialogo para acoger su subjetividad a través de la literatura.
Mi síntoma, que es el sufrimiento psíquico, lo utilizo para ayudar a otros y esto implica a sí mismo una solución para mi propia existencia.
Acompañar a personas con problemas de salud mental desde un lugar igualitario, ejercer en todos los foros posibles de formadora en salud mental desde la experiencia en primera persona y ser activista en salud mental y luchar por los derechos y la dignidad de sujetos con sufrimiento psíquico, le da un pleno sentido a mi existencia.
Por tanto, este es mi invento que viene a compensar el desanudamiento de mi estructura, que me introduce en otro equilibrio que me permite combatir el exceso.
Esta descompensación que acarrea la psicosis es compensada de esta forma a través de esta solución singular.
Todo este proceso que se puede escribir en unas pocas líneas me ha llevado toda una vida descubrirlo y ahora trabajo con mucho ahínco para que esta solución cada día cobre más protagonismo en mi vida y convierta a ese exceso que a veces siento, más pequeño e inofensivo.
El tratamiento psicoanalítico de mi psicosis me ha permitido este complicado trabajo, por un lado, reconstruir mi historia, determinar de dónde viene mi sufrimiento que tengo muy localizado en un rechazo muy profundo que sentí por parte del Otro al llegar al mundo.
Pero no solamente entenderlo, sino hacer algo con ello, comprenderme, asumir mis síntomas y mi estructura, convertir el delirio en un tratamiento del exceso y entenderlo así, y además construir una solución propia que me anude y contrarreste el daño de mi estructura.
Esta es mi fórmula, personal e intransferible, que yo construyo cada día para poder vivir, para poder tener una vida digna, no es la solución para las personas psicóticas, es la mía, la de Silvia.
El Psicoanálisis me ha permitido llegar a ella, me ha convertido en un sujeto de pleno de derecho y me ha dado un lugar en la palabra que me ha rescatado del vacío y la zozobra que implica vivir con esta estructura, me ha dado un anclaje simbólico para no naufragar.
Me ha permitido estar en el mundo, en el vuestro, que también es el mío, aceptarme y amar mi singularidad.
Una experiencia analítica con un psicoanalista que esté a la altura, que esté dispuesto a inventar con nosotros, que nos sostenga en los malos momentos, que contenga con palabras nuestro desanudamiento, que nos dé la serenidad para afrontar el vacío y nos ayude a poner las piedras para construir nuestra solución, puede transformar la vida de una persona.
Yo he tenido la suerte de encontrar este camino y el tesón y la fuerza de mantenerme en él a pesar de los difíciles avatares de mi vida, sin este camino nunca hubiera llegado a ser la persona que soy hoy y por eso el compromiso con el Psicoanálisis y su extensión, para que pueda llegar a quienes más lo necesitan, es y será mi causa.
Mujer valiente en la lucha por la vida y en la batalla de conseguir que su experiencia sea transmisible a más personas -pacientes, atrapadas en la psiquiatría biológicista y en la farmacología, enhorabuena por tu relato y gracias
Muchas gracias por tus palabras. En ese camino seguimos. Siempre visibilizando la experiencia en todos los lugares que nos permiten.