Blog Fundación Manantial
Blog Fundación Manantial
16/05/2017
Si consideramos un impulso como la acción, generalmente inconsciente, que llevamos a cabo para obtener una satisfacción inmediata como respuesta a una necesidad, nos parecerá difícil luchar contra dicho impulso. Pero haciéndonos conscientes por medio del análisis de esta acción y de las consecuencias positivas y negativas que ella genera más allá de la satisfacción inmediata, podremos diferenciar los impulsos negativos de los que no lo son tanto para poder mantenerlos a raya.
¿Son los impulsos un problema?
Los impulsos nos acompañan desde antes del nacimiento y muchos de ellos son mecanismos de supervivencia y autodefensa muy necesarios para la vida, sobre todo cuando se desencadenan para conseguir la satisfacción de una necesidad básica o primaria, como pueden ser comer o beber cuando se tienen hambre o sed, respectivamente.
El problema está en cuando sólo escuchamos a lo instintivo y reaccionamos casi continuamente de manera poco racional, es decir, sin pararnos a pensar en lo que hacemos antes de hacerlo y lo convertimos en un hábito o lo repetimos sin podernos contener aún sabiendo que podría acarrearnos consecuencias negativas e incluso graves.
Cuando las necesidades que intentamos cubrir son secundarias o son mero capricho, debemos actuar comedidamente y darnos cuenta de que podemos prescindir de ellas para la vida, por lo que no es urgente ni necesario responder a esos impulsos que nos llevan a actuar de manera descontrolada en muchas ocasiones.
¿Es necesario el control sobre nuestros impulsos?
Sí lo es si nuestros impulsos tienen consecuencias negativas o predominan en nuestro comportamiento. No hay que obsesionarse con tomar el control de los impulsos, pero sí es necesario evitar que ellos nos dominen a nosotros y a nuestra forma de actuar.
La impulsividad sin razonamiento nos suele llevar a tomar decisiones a la ligera, a realizar actos de riesgo, a obtener respuestas inesperadas o adversas a nuestros hechos, entre otras consecuencias negativas. También nos suele llevar a actuar compulsivamente y a hacernos esclavos de nuestros impulsos sin tener un orden y concierto adecuado en nuestra vida.
¿Cómo vencer a nuestros impulsos dañinos?
Todo se trata de ser capaz de evaluar previamente los pros y los contras de cada actuación que hagamos de una manera descontrolada y que nos suponga un perjuicio. Pararse a pensar es primordial antes de actuar de un modo u otro, o antes de tomar una decisión. Si es necesario contar hasta diez, o incluso hasta veinte, antes de tomar una determinación o realizar un acto que nos pueda acarrear una consecuencia negativa.
A parte de pensar previamente y de tomárselo con calma antes de actuar, ayuda mucho el hacer una evaluación de las consecuencias o respuestas que obtenemos con nuestros actos, si es necesario por escrito, ya que esto nos ayudará mejor a tenerlas en cuenta antes de actuar de una u otra forma y a comprometernos a resistirnos cuando surjan dichos impulsos.
Todo se trata de recapacitar, corregir y evitar las conductas erróneas o inapropiadas surgidas a partir de impulsos nocivos.
¿Cuáles son esas consecuencias negativas a las que nos referimos?
Todas aquellas que ocasionan trastornos en la persona ya sean con resultados autolesivos, de autoculpabilidad, adicciones, conductas de riesgo, ansiedad, arrepentimiento,…, entre otras. Además de las respuestas externas negativas de otras personas hacia nosotros como consecuencia de dichas acciones.
Por Pedro A. Lara, blogger de afición e interesado en el crecimiento y desarrollo personal, así como defensor de los derechos fundamentales de las personas.
Puedes leer más post de Pedro en su blog personal: http://siguiendoadelante.tumblr.com
Deja una respuesta