Blog Fundación Manantial
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09/07/2015
Para cualquier persona, los días despejados y luminosos son más “alegres” que los días nublados y lluviosos. Por mucho que uno intente aferrarse al refrán “al mal tiempo, buena cara”, llega un momento en que te acaba afectando, aunque sea levemente, y sientes esa tristeza que sin tener que ser propia de un estado depresivo, es la que marca la diferencia entre un estado de ánimo “triste” y uno más “alegre”.
Y tu familia, vecinos, compañeros, amigos… comentan “es que el día no acompaña”, “con el tiempo no hay quien pueda”, etc. Pero, ¿es posible, de alguna manera, mantener esa “buena cara” a la que alude el refrán ante condiciones meteorológicas adversas? Creo, rotundamente, que sí.
Porque, no es solo el tiempo lo que nos anima, sino, lo primero, debemos animarnos a nosotros mismos. En segundo lugar, hay muchas pequeñas cosas del día a día que nos animan: una conversación agradable, una tarea laboral, académica o doméstica concluida, las caricias a esa persona, mascota, etc. que tanto nos gusta, experimentar el goce sexual, ayudar a los demás, superar dificultades diversas en la vida. ¿Y muchas más!
No obstante, los expertos demostraron hace mucho que “los cambios de luz pueden influir en el estado de ánimo” de cualquiera (hasta los animales y las plantas lo notan). Hace unos días, a poco de salir de la piscina, tumbado en mi toalla, en un instante, el intenso bochorno pasó a viento fresco, apareciendo densos y oscuros nubarrones. Normal, pensé. No me dio un bajón.
Esperé, intuí la tormenta y me marché. Pero sí experimenté una extraña sensación: la piscina, al aire libre, estaba oscurecida. O sea, me chocaba, a pesar de haberlo vivido muchas veces, ese contraste tan brutal: del calor al fresco, de la calma al viento, de la claridad a la oscuridad,… Pasó la tormenta, y como casi siempre, vino la calma. Y la paz. Y el relax (el aire menos ionizado lo produce). La normalidad. Como la vida misma: nos alteramos y nos calmamos, nos deprimimos y nos animamos, nos dan de baja y luego de alta, ¡pero esto todos! Y la vida sigue su curso. El ser humano tiene capacidad para amoldarse a cualquier cambio, aunque cueste.
A nivel personal, el viento creo que también me influye, especialmente cuando estoy “de baja” por recaída. Dependiendo de mi estado de ánimo en cada momento (por cierto, algo que se mueve más que los precios y no solo a los que tenemos un trastorno), puede ponerme nervioso o mejorar algo mi ánimo. No sé si la expresión “me da un aire” es acertada, o quizás sea al contrario, el aire me alivia. De hecho, los profesionales de salud mental suelen animar a sus pacientes que cuando se encuentren agobiados en su casa se den una vueltecita. Bueno, no siempre, si uno está excesivamente agobiado (crisis de ansiedad que cualquiera puede haber experimentado en su vida), no es tan conveniente. Llegado a este punto vale la pena recordar que cada persona es un mundo y lo que vale para uno puede no valer para otro.
En fin, “blogueros”: a disfrutar del verano (con o sin vacaciones) y si el clima no nos anima, busquemos otra solución que seguro, seguro, tenemos a nuestro alcance.
¡Feliz verano!
Un abrazo para todos.
Marcos Morata
Me encanta lo de "me da un aire" jajaja.
Efectivamente, Marcos, pase lo que pase, sea cual sea el problema que nos preocupa, haga el frío o el calor que haga; nuestro ánimo, nuestra energía y nuestro bienestar dependen, exclusivamente de nosotros. ¿Y que nos ayudan el tiempo, los amigos o el entorno? Pues mejor que mejor 🙂
¡Un abrazo fuerte y ánimo con este verano y esta ola de calor!
Si, Antonio, conviene que "nos de un aire" (fresquito) para aliviarnos de tanto calor. Un abrazo.
Dejame adivinar, Helena: "anda, no me acordaba de…". jejeje…
Un abrazo y feliz verano
Hola Marcos.
Me encanta lo descriptivo de tu experiencia en la piscina. Y me encanta tu alusión a los contrarios: Bochorno, fresco. Calma, viento. Claridad, oscuridad. Subidas, bajones. Es que ultimamente tiendo a esto de jugar a los contrarios para explicarme las cosas que no entiendo. Y en ese camino de pensar en los extremos me resulta un poco más sencillo tomar el camino del medio, alguno de los infinitos caminos medios por los que hacer pruebas…
Un abrazo y muy feliz verano también para tí. Me acordaré de tu entrada mientras espero el autobús a las 3 de la tarde con los 40 grados de rigor cayendo a plomo, jeje.
Efectivamente, Silvia, entre el blanco y el negro hay infinidad de grises, seguro que encuentras alguno para cada caso. Un abrazo.
Marcos me gusta tu articulo…y la forma como trasladas los estados de animo…y explicar con tanta claridad cuales son las cosas que le hacen sentir a uno bien…en definitiva VIVIR…un saludo desde un parquecillo huyendo de los canallas rayos de sol, – ando un poco excaso de pelo….lo dicho me gusto…un saludo
Gracias, Efrén. Protégete de los rayos UVA, ya sabes que "tienen mala uva"
Enhorabuena por tu excelente artículo, Marcos!
Me quedo con una frase que me viene de perlas en este momento de mi vida: "El ser humano tiene capacidad para amoldarse a cualquier cambio, aunque cueste". Gracias por tu optimismo, espero que no sigamos "viendo" en este blog.