Blog Fundación Manantial
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18/06/2018
Desde hace unos días, hemos comenzado a ver por los diferentes medios y redes sociales una campaña que se ha iniciado desde las asociaciones de pacientes contra la contención mecánica en los ingresos hospitalarios: #0Contenciones
Para aquellos que no estén familiarizados con el campo de la salud mental, con este término tan eufemístico, se denomina ni más ni menos a algo que ha sido declarado por las Naciones Unidas como tortura y que no es otra cosa que atar a una persona a la cama cuando tiene una crisis de agitación en las unidades de psiquiatría de los hospitales de nuestro país.
Después de conocer esta práctica y no dar crédito a que esto pueda ocurrir en un país que se dice civilizado como el nuestro, he podido conocer numerosas experiencias en primera persona, experiencias desgarradoras y traumáticas de pacientes que han sufrido esta violencia institucional, ahondando más el dolor que ya de por sí supone el padecer una enfermedad mental.
Ante esta dramática situación que en este mismo momento se está viviendo en nuestros hospitales, no podemos ni debemos mirar hacia otro lado, no podemos consentir que se sigan vulnerando los derechos humanos básicos de personas con enfermedad mental.
El deber de nuestro sistema sanitario debería ser el cuidado de los pacientes, independientemente del diagnóstico y del tipo de enfermedad que padezcan, y otorgar el mejor tratamiento posible a cada persona.
Qué clase de sociedad somos si permitimos que cuando llega una persona con un sufrimiento psíquico importante a un centro sanitario, en lugar de acogerle, de tratar de darle un lugar en la palabra, de escuchar lo que le ocurre, se encuentra con este maltrato.
Estamos muy acostumbrados a asociar la violencia con la enfermedad mental, los medios de comunicación mayoritarios no paran de nombrar la causa de crímenes horrendos como ataques de locura, cuando esto no deja de ser una manipulación de la realidad.
Los partidarios de la contención mecánica aducen esta razón para el uso y abuso de esta práctica: la supuesta violencia o agitación de los pacientes, pero no quieren saber nada de las causas de estos comportamientos que muchas veces parten del propio sistema, ni tampoco de otro tipo de contenciones que pueden ser una alternativa a esta barbarie: la contención simbólica y la contención química.
En este mundo deshumanizado en el que vivimos, con este discurso médico biologicista imperante que trata de reducirlo todo a un puñado de neurotransmisores, que trata de convencernos de que la enfermedad mental es un déficit, se nos está arrebatando lo más preciado que tenemos, que es precisamente lo que nos hace humanos: la palabra.
Reducirlo todo a este déficit nos arrebata el poder maravilloso de hacer algo por nuestra salud, más allá de tomar una medicación, nos arrebata el poder de creer que podemos mejorar, de que hay algo que podemos hacer para estar mejor. También trata de ocultar que tenemos una historia compuesta por los acontecimientos que han marcado nuestra existencia y que habrán sido de suma importancia en el desarrollo de nuestra enfermedad y por tanto no pueden ser obviados.
Este discurso médico que no está al servicio del bienestar de los pacientes, se olvida de que los pacientes hablan y prefiere defender una práctica tan inhumana como es la contención mecánica antes de apostar por los efectos terapéuticos de la palabra, porque la palabra tranquiliza, la palabra es bálsamo para el sufrimiento humano.
Bajo este significante perverso se esconden las vergüenzas de nuestro sistema sanitario, la falta de personal suficiente para atender a estos pacientes de una manera humana, la falta de instalaciones adecuadas, la falta de formación en salud mental del personal de enfermería y del resto de personal que tiene contacto con estos pacientes.
Por suerte contamos entre nuestros aliados con psiquiatras que están a favor de eliminar este procedimiento cruel, médicos, psicoanalistas y personal sanitario que trabajan sin contención de este tipo y que tienen experiencias muy positivas y creen en la necesidad de eliminar este procedimiento y el abuso de poder que conlleva. No estamos solos. Realmente hay mucho trabajo por hacer para otorgar la dignidad que nos merecemos y estoy convencida de que vamos a conseguir parar este abuso.
Como hoy me decía una amiga psiquiatra, esta campaña es revolucionaria, pues la fuerza parte de nosotros, de los pacientes que no estamos dispuestos a tolerar esta situación, de nosotros depende este momento histórico de hacer la revolución para que se produzca el cambio que necesitamos en los tratamientos en salud mental.
Silvia García Esteban
Silvia es experta en Literatura infantil y juvenil, escritora y poeta. Antes de descubrir el mundo de la literatura y el inmenso poder de curación de las palabras, trabajó como mediadora en diferentes proyectos sociales relacionados con el mundo de la inmigración y el refugio.
Tiene un particular compromiso con la infancia, llegando a desarrollar durante cuatro años el proyecto Mamá de día en su hogar, un espacio de acompañamiento respetuoso para niños entre 0 y 3 años.
Actualmente lleva a cabo un proyecto de animación a la lectura y creación artística en un cole de Madrid.
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