Blog Fundación Manantial
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31/07/2017
¿Salir del armario y armarla, o quedarse dentro y tragar con todo lo que se dice de nosotros?
Durante años hemos sido obviados y ocultados, negados y ninguneados como si al no hablar del problema, este no existiese. La salud mental, como muchos otros aspectos de la persona que no encajan en la norma de la sociedad, ha sido uno de los grandes tabúes para muchas familias, para muchas personas, para muchos gobiernos, para nosotros mismos incluso. Si en una casa había una persona con una enfermedad mental, se le separaba del resto, se le ocultaba de la sociedad, sintiendo una mezcla de culpabilidad, miedo y vergüenza. Era incluso casi una deshonra para muchas familias. A los “enfermitos” se les confinaba donde no molestasen o se les encerraba directamente en un manicomio. Por suerte hemos ido dejando atrás esos tiempos, hemos evolucionado algo, aunque no mucho. ¡Todavía nos queda tanto por luchar y por ganar!
Desde pequeños nos enseñan a encajar en la sociedad y a ser esclavos de ésta, de sus estereotipos, de sus prejuicios, de su ignorancia y de su intolerancia. Lo peor de todo, su crueldad contra los que considera diferentes y, por lo tanto, inferiores para ellos. Les cuelgan impunemente un sambenito, ya sea el de “loco/a” o cualquier otra etiqueta que se les ocurra y a partir de ahí les hacen objetivo de burlas, insultos, agresiones, rechazo, vacío, discriminación,… y un largo etcétera de tropelías y atropellos en el nombre de los “sanos”, los “perfectos”, los de “moral intachable” que se creen con derecho divino a pisotear al distinto a ellos o a lo que ellos consideran que debe ser lo “normal”.
Pero en todas casas cuecen habas… Los problemas de salud mental han aumentado en número de afectados y donde no hay uno, hay dos. Pasados tiempos peores y por la fuerza y el peso de las circunstancias, y muy a pesar de algunos desalmados, hemos empezado a ser visibles, a ser tratados con algo más de humanidad, incluso hasta nos han dado derechos y alguna que otra compensación… ¡Cómo si acaso no los mereciéramos! Pero la sociedad es lo que es y mucho más no se puede esperar. En este mundo de “locos” son los “locos” los más cuerdos y los que tienen que hacer comprender a los “sanitos” (pobrecitos ellos con sus mentes cuadradas) que somos personas y seres humanos como ellos y que no nos están regalando nada que no nos merezcamos como ciudadanos que somos.
Pero la sociedad crea y construye estigmas y etiquetas, señala con el dedo y oprime porque esa es la norma misma y principio del ser humano y en lo que nos hemos convertido o lo que hemos sido, somos y seremos siempre… Siempre ha imperado e imperará la ley del que se cree más fuerte, del que hace más daño. No se trata de supervivencia de lo que hablamos sino de crueldad necia y sin sentido.
Ya hemos dado un paso grande, existir y ser comprendidos para y por algunos/as, ser tratados como iguales por ellos/as, pues no toda la sociedad es igual (por suerte) y algunos han evolucionado para bien en lugar de involucionar como una gran mayoría de la sociedad que se sigue manteniendo en sus trece y no nos consideran personas ni ciudadanos de derecho.
Pues bien, aquí llega el dilema: dar la cara y luchar por nuestros derechos u ocultarnos y tratar de pasar inadvertidos como el resto del rebaño para que ni el pastor ni el resto del ganado nos golpeen, nos repudien, nos rechacen, nos abandonen, nos den coces, etc y etc y etc…
Yo, personalmente, hace ya un tiempo que decidí defender mis derechos y los de cualquier otra persona, en la medida que me fuera posible, pero eso conlleva el alto riesgo de sufrir todas esas tropelías y atropellos mencionados con anterioridad. Yo decidí salir del armario a pesar de dicho riesgo porque no podía callarme ni tragar con más injusticias hacia mí y hacia otras personas. Decidí que debía dar la cara por mí y por mis compañeros para que nuestras circunstancias mejorasen y lo hice por el camino de la naturalidad y de la comunicación, de la paciencia y de la empatía, de la solidaridad y el respeto, y de muchas otras vías que muchos que se consideran personas “de bien” desconocen o tienen en desuso. Quizás de recibir tantos insultos y golpes me haya vuelto un poco irónico, incluso sarcástico, pero aún así creo que la humanidad puede cambiar para bien y el cambio comienza en uno mismo. Yo cambié al aceptarme a mí mismo con mis circunstancias y al decidir compartirme tal y como era, sin tapujos, con el resto de la sociedad, entendiendo que no podía gustar a todo el mundo ni encajar en todas las mentes…
A veces hay que desnudarse y quedarse en la esencia, mostrar la humanidad y confiar en que otro ser humano podrá comprender que somos más que un diagnóstico, que somos más que un conjunto de síntomas, que no somos lo que dicen las noticias de turno o las personas desinformadas o malintencionadas, que las hay y muchas… A veces, sí, muchas veces hay que quitarse la coraza y el escudo, ser vulnerables para poder luchar y ganar la batalla.
Mi batalla no está ganada del todo, porque preferiría no tener una enfermedad ni tener que luchar por defenderme como persona, pero ya que la tengo y no puedo ni quiero hacer otra cosa, me defenderé con uñas y dientes como un buen valiente. Y no son menos valientes los que callan o los que no hacen de su capa un sayo, quizás sí más pacientes, más indefensos porque aún no han comenzado el cambio y continúan en fase larva, oruga o crisálida y no vuelan libres como mariposas en un mundo en el que no siempre es primavera pero que vale la pena vivir de otra manera… con dignidad y derechos.
*** Aquí estoy ***
Cansado de esta sociedad
que nos obliga a ser iguales,
como borregos neandertales,
sin pensamientos ni sentimientos,
cada vez más inhumana.
Cansado de esta sociedad
llena de oscura suciedad
que nadie se atreve a limpiar,
aguantando el chaparrón
y lo que nos venga.
Y tenemos lo que nos merecemos,
los malos por malos y los buenos por buenos…
No voy a disculparme
por no seguir la norma,
por no uniformarme
con la masa que impera
y ordena.
No. No voy disculparme
por ir a contracorriente
y no ser como el resto de la gente
como dictan las «buenas costumbres»
de esta sociedad.
Y aquí estoy preparado para ser escarmentado
y recibir insultos, piedras y palos
por no ser uno más,
uno más del ganado.
Y tenemos lo que nos merecemos,
los malos por malos y los buenos por buenos…
Y aquí estoy preparado para ser escarmentado
y recibir insultos, piedras y palos
por no ser uno más,
uno más del ganado.
No voy a disculparme
por no seguir la norma,
por no uniformarme
con la masa que impera
y ordena.
No. No voy disculparme
por ir a contracorriente
y no ser como el resto de la gente
como dictan las «buenas costumbres»
de esta sociedad.
Y aquí estoy preparado para ser escarmentado
y recibir insultos, piedras y palos
por no ser uno más,
uno más del ganado.
Resistiré en mi lucha,
no es más fuerte quien intenta hacer más daño,
sino quien no les escucha
y continúa aguantando,
fiel a sus ideales
sin creer en los valores morales corruptos
de la gran mayoría.
No, no controlaréis mi vida,
pues mis ganas son muchas
de vivirla a mi manera
sin presiones desde afuera,
de ser feliz
le duela a quien le duela.
Y aquí estoy preparado para ser escarmentado
y recibir insultos, piedras y palos
por no ser uno más,
uno más del ganado.
Por Pedro A. Lara, blogger de afición e interesado en el crecimiento y desarrollo personal, así como defensor de los derechos fundamentales de las personas.
Puedes leer más post de Pedro en su blog personal: http://siguiendoadelante.tumblr.com
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